jueves, 2 de octubre de 2025

El egoísmo ético, según James Rachels

 


Esta parte de su obra comienza refiriéndose al egoísmo psicológico.

¿Qué es el egoísmo psicológico?

Por un lado, se afirma que todo lo que realizamos está motivado por el interés propio. Rachels (2006) apunta: “Hay una teoría de la naturaleza humana, (…) según la cual no somos capaces de actuar desinteresadamente” (p. 110). No obstante, también realizamos acciones en beneficio de nuestros semejantes; aunque algunos autores lo reinterpretan, señalando que, en última instancia, lo hacemos por un beneficio personal. “Así, la conducta «altruista» está realmente conectada con cosas tales como el deseo de llevar una vida más significativa, el deseo de reconocimiento público, sentimientos de satisfacción personal y la esperanza de una recompensa en el cielo” (Rachels, 2006, p. 111).

A menudo se confunden los conceptos de interés propio, egoísmo y búsqueda de placer. El egoísta es aquel que se preocupa solo por su propio bienestar, sin importarle el interés de los demás (p. 116). La búsqueda del placer nos puede llevarnos a conductas extremas que nos causen daño y, por tanto, vayan en contra de nuestro propio interés, como en el caso de la dependencia a las drogas. Por último, el obtener un beneficio propio no es incompatible con la preocupación por el bienestar ajeno (p. 121). 

A pesar de lo atractiva que resulta la teoría del egoísmo psicológico, Rachels opina lo siguiente: “Parece haber poca razón para pensar que el egoísmo psicológico es una teoría aceptable. Por el contrario, parece ser decididamente inaceptable” (p.122).

¿Qué es el egoísmo ético?

El egoísmo ético consiste en creer que lo justo es atender solo las necesidades propias sin preocuparse por los demás: “el egoísmo ético es la idea de que cada quien debe buscar exclusivamente su propio interés” (Rachels, 2006, p.128). Es más, “algunos pensadores han sostenido que, de hecho, no tenemos deberes «naturales» para con otras personas” (p. 128).

Quienes defienden el egoísmo ético consideran que el altruismo es contraproducente por los siguientes motivos:

  1. Nos equivocamos al no conocer los deseos o necesidades de quienes queremos ayudar y terminamos causando más daño que beneficio (p. 130).
  2. Al estar pendientes de otras personas, invadimos su intimidad (p. 131).
  3. Brindar satisfacción o beneficio a la otra persona es degradarla, es mostrarla como incapaz de valerse por sí misma (p. 131).

Una destacada partidaria del egoísmo ético fue Ayn Rand, quien sostenía que “el capitalismo es un sistema económicamente superior y que la moral exige respeto absoluto a los derechos de los individuos” (p. 133).

Para ella, el altruista destruye su propio valor como persona al sacrificar su vida en lugar de vivir sus propios proyectos. Consideraba al altruista como un parásito que se aprovecha del trabajo ajeno. Según este pensamiento, era incompatible atender su propio interés y el de los demás.

Los defectos del egoísmo ético son que no puede resolver los conflictos de intereses, que es inconsistente y arbitrario.

Con el egoísmo ético no se pueden abordar los conflictos de intereses. Si solo vale mi interés, no tengo obligaciones con los demás y no hay deberes morales (p. 140).

En el conflicto de intereses entre A y B, lo correcto para A es incorrecto para B, y lo correcto para B es incorrecto para A. Por lo cual un acto es correcto e incorrecto a la vez, lo que demuestra su inconsistencia (p. 143).

El egoísmo ético también es arbitrario, ya solo cuenta mi interés, el de mi familia o el de mi grupo. “Quiere que cada uno de nosotros divida el mundo en dos categorías nosotros mismos y los demás y que consideremos los intereses del primer grupo como más importante que del segundo grupo” (Rachels, 2006, p. 145).

Rachels concluye: “Los intereses de otras personas deben importarnos por la misma razón por la que nos importan nuestros propios intereses; porque sus necesidades y deseos son comparables a los nuestros” (p. 146).


Bibliografía:

Rachels, James (2006). Introducción a la filosofía moral. México: Fondo de Cultura Económica.


 


No hay comentarios:

Publicar un comentario