viernes, 9 de septiembre de 2022

"Ética Social para el desarrollo de las instituciones educacionales y de salud" de Pedro Ortiz

 



Ortiz C. Pedro. Ética Social para el desarrollo moral de las instituciones educacionales y de salud. Primera edición. Lima-Perú: Universidad Nacional Mayor de San Marcos; 2007.

Aquí un resumen de las principales ideas expuestas en el importante y actual ensayo del Dr. Pedro Ortiz C. sobre el problema, las perspectivas y el deber de moralizar la sociedad, las instituciones y las personas.

El autor parte de una afirmación incómoda, pero indiscutiblemente real y provocadora: vivimos actualmente en una sociedad inmoral, o no moral, o no plenamente moral. Esta idea que se hace central y se examina en numerosas secciones del ensayo, se convierte en el referente inicial y obligado para sustentar la estrategia y la tecnología de moralización que se postulan. 

Esta aserción se complementa con otra igualmente sugestiva y cuestionadora: la inmoralidad vigente tiene su raíz en la propia estructura de la sociedad, y es esta la que a su vez determina la inmoralidad de las instituciones y las personas. Por tanto, para corregir la inmoralidad de las personas hay que asumir también el desafío de moralizar la sociedad actual y sus instituciones.

Sin embargo, esta inmoralidad social no es total, absoluta e inmodificable, pues en cada país hay instituciones, colectivos ciudadanos y personas que adoptan conductas morales y promueven el respeto por las normas éticas. Esta situación hay que entenderla cual un proceso complejo y contradictorio: como la contradicción moralidad-inmoralidad o sociedad moral-sociedad inmoral. 

Esta contradicción surgió desde los inicios de la sociedad, cuando las acciones de los hombres o determinados grupos de hombres empezaron a afectar la vida de sus semejantes. Luego, el desarrollo de sectores sociales privilegiados favoreció la persistencia y extensión de la inmoralidad, casi siempre aprovechada por los grupos de mayor poder social, económico y político.

Ello explica por qué, desde hace siglos, es tan difícil realizar avances significativos en la tarea de moralizar la sociedad. Y no sólo porque existe una estructura de poder que la usa, la mantiene y la propicia. Sino además porque las estrategias y tecnologías de moralización fueron insuficientes y estuvieron restringidas por visiones parceladas y segmentadas de la teoría ética.

Las principales limitaciones en el enfoque de la moralización han sido: 

  1. Considerar la inmoralidad como un asunto individual o personal, aislándola de la inmoralidad institucional y social. Se piensa que sancionando al individuo se resuelve el problema, sin considerar que la inmoralidad de las personas se genera en el contexto de una institución y sociedad que es permisiva y hasta instigadora de la inconducta humana.
  2. Aceptar que los actos contra el bien común, la plenitud de la vida, o la preservación del ambiente, son parte de nuestra condición animal y afán de dominio naturales no superados por la evolución humana, y que ello siendo factible de modificar no es posible erradicar.
  3. Restringir la calificación de los hechos inmorales, separándolos de los delitos que son materia de la legislación civil o penal, y de las muestras de descortesía que son materia normativa de las buenas maneras. Quedan así como actos de inmoralidad aquellos – poco precisados – que no pertenecen al campo del derecho o de la cortesía.

Se propone una estrategia y tecnología de moralización diferentes a las previamente ensayadas. Estas propuestas deben basarse en una teoría ética que resuelva los vacíos, imprecisiones y restricciones de las precedentes, y que el autor resume en cinco problemas: 1) la esencia del sujeto moral, 2) la estructura de la teoría ética, 3) la definición de los conceptos éticos, 4) la explicación de la doble moral, 5) las tecnologías sociales de la moralización. 

Problema 1: La esencia del sujeto moral  

Se discute el problema de la “naturaleza humana” y se cuestiona la idea de que el hombre es un ser de naturaleza esencialmente (y/o exclusivamente) biológica o animal, cuyos diversos atributos, incluidos los morales, son dependientes de sus genes, del ambiente o de ambos. En contraste, se afirma que el hombre no pertenece al reino animalia como lo ha venido admitiendo la teoría ética oficial. Se señala más bien que su naturaleza es de índole social, por ser parte de una sociedad y estar organizado por una clase de información exclusiva de los seres humanos: la información social.

Se expone que después de un largo proceso de hominización (de 6 a 5 millones de años) los homínidos devinieron homo sapiens. Luego, hace 700 a 300 mil años, esta especie siguió una ruta de humanización que la transformó en una humanidad. Y finalmente, hace 70 a 30 mil años, esta humanidad, como resultado del desarrollo y codificación de la información social (información tradicional, cultural y económica), inició el proceso de su socialización, y dio lugar al surgimiento de la sociedad, así como del individuo social (persona o personalidad) que es el ser humano actual.

El problema de la “naturaleza humana” (que es el de la esencia de los hombres) se reformula a partir de una teoría socio-biológica dialéctica, y en términos de la relación de naturaleza informacional entre la sociedad, la conciencia y la personalidad. Según ella, la esencia de los hombres tiene una doble determinación: 1) la determinación epigenética que, a partir de la información genética provista por el ADN de los padres, estructura epigenéticamente al individuo humano, y 2) la determinación social que, mediante la información social, reestructura sociocinéticamente al individuo humano y lo transforma en un individuo social.

Así, la esencia de los hombres es explicada definiendo la naturaleza de la conciencia en términos de la información social que organiza la sociedad. La conciencia vendría a ser todo el conjunto de esta información social, una vez que ya ha sido codificada como información psíquica consciente en el neocórtex cerebral de la persona. Es la sociedad, la que a su vez fue organizada por la información social, la que determina que cada individuo humano forme su conciencia y se convierta en una persona o personalidad.   

La conciencia no es simplemente la capacidad de estar despierto y conectado con otras personas y/o el ambiente. Es más bien nuestro componente  humano esencial (la información social codificada en nuestro neocórtex cerebral) que orienta, dirige, organiza y evalúa nuestro accionar como personas y nuestra conducta como integrantes de una sociedad. Desde el punto de vista psíquico la conciencia es un sistema de tres componentes o subsistemas: 1) el afectivo-emotivo, de los sentimientos; 2) el cognitivo-productivo, de los conocimientos; y 3) el conativo-volitivo, de las motivaciones. Estos a su vez se correlacionan con los subsistemas de la personalidad: 1) el temperamento; 2) el intelecto; y 3) el carácter. 

Estos subsistemas se empiezan a estructurar simultáneamente después del nacimiento, pero cada uno culmina su fase formativa en etapas sucesivas del desarrollo infantil: el afectivo-emotivo durante la infancia (entre los 6 meses a 3 años), el cognitivo-productivo en la niñez (3 a 12 años) y el conativo-volitivo en la adolescencia (12 a 18 años). A lo largo de este proceso se estructura el sistema de la conciencia y al término de la adolescencia el individuo humano ya tiene una conciencia estructurada y ya es una persona o personalidad. 

La conciencia moral es el componente medular y superior del sistema de la conciencia y también se forma o estructura como parte de ella desde los primeros meses de vida post natal. 

En la infancia, a través de las experiencias y estímulos de la crianza, que deben brindarse en un ambiente interactivo con el valor máximo de solidaridad (y no sólo a nivel de la familia sino también de la sociedad). Se estructuran así los sentimientos de naturaleza moral: los relativos a la alegría y tristeza, amor y cólera, tranquilidad y angustia.

En la niñez, dándole al niño (tanto en el ámbito escolar como social), y en ejercicio del valor máximo de libertad, los conocimientos y habilidades necesarios para su apropiado desempeño. Se estructuran así los conocimientos relacionados con la moral, que son los que se derivan de la valoración social del espacio (dimensiones del cuerpo y del mundo exterior) y del tiempo (curso de la vida y devenir del mundo). 

Y en la adolescencia, se da al adolescente (en todas las esferas de la actividad social) la información de naturaleza moral – virtudes, deberes y valores – correspondiente a una sociedad fundada en el valor máximo de la justicia. Se estructura así la actividad psíquica consciente de naturaleza conativa o motivacional, de la que dependerán los motivos y las actitudes de la persona.

Dado que para una ética científica los sujetos de su quehacer moral son tanto la sociedad y el individuo humano, se puede afirmar que sólo cuando una sociedad es organizada por información social de índole moral, la información psíquica consciente que se refleja en el neocórtex cerebral de la persona (esto es en su conciencia), tendrán una estructura moral.

Problema 2: La estructura de la teoría ética  

Se anuncia el propósito de ofrecer una teoría que sea coherente en sí misma e, igualmente, consecuente con los propósitos de moralización de las personas, las instituciones y la sociedad.

Se precisan algunos conceptos básicos, y se recomienda establecer la diferencia entre: 1) la información social que organiza la sociedad, estructurada en dos planos: a) como teoría o saber ético acerca de la moral; y b) la moral como el conjunto de conceptos morales; y 2) los sujetos morales que son la sociedad y cada una de las personas, es decir, sistemas vivos organizados o que pueden ser organizados moralmente.

Se expone que el adjetivo moral se reserva para calificar cierto tipo de conducta personal regulada por costumbres y reglas que se supone son internas o subjetivas de cada persona. Y que el nombre ética alude a una filosofía acerca de la moral, constituyéndose en la disciplina filosófica que estudia los fundamentos y la índole de los principios y normas morales.

El autor aboga por la unidad de la teoría ética, y sostiene que esta debe estructurarse en tres niveles: 1) la ética como filosofía (que discute la naturaleza de la moral, la moralidad y los conceptos, principios y normas morales), 2) la ética como ciencia social (que explica los procesos de moralización por los que ha atravesado la sociedad), y 3) la ética como técnica social (que diseña e implementa estrategias sociales de moralización y aplica los conceptos éticos y normas morales.

En cuanto a la teoría ética como ciencia social se da una explicación histórica de la inmoralidad, cuyo punto de partida se remonta a los albores de la sociedad humana, en la cual la lucha por la sobrevivencia favoreció más tarde el surgimiento de la propiedad territorial y la división del trabajo. Ello determinó la aparición de grupos sociales que fueron concentrando privilegios sociales, económicos y políticos, para utilizar en beneficio propio los recursos naturales y sociales que debían ser compartidos entre todos los miembros de la sociedad.

Se expone que en la sociedad primitiva se desarrolló y estableció el poder tradicional, en la sociedad antigua el poder cultural, y en la sociedad moderna el poder económico. Pero que, en la sociedad moderna, el crecimiento y auge del capital –  producto de la industria y el comercio –, y el predominio del poder del Estado que lo representa, trajeron consigo la corrupción como forma de vida inherente al poder político, y la perpetuación de la violencia como estrategia de dominación. Se explica así por qué la sociedad actual no puede considerarse como plenamente moral.

En este apartado también se propone una idea sugestiva, que esta sociedad no plenamente moral es acaso la sociedad que precede a una verdadera sociedad humana, es decir a una sociedad plenamente moral. De algún modo se dice que aún estamos en una especie de prehistoria humana, y que el tomar nota de ello es ya un paso para una transformación moral de la humanidad que la conduzca a constituirse en una verdadera sociedad.

Problema 3: La definición de los conceptos éticos  

Se señala que una de las tareas más difíciles de la historia de la cultura ha sido la definición, delimitación, ubicación y explicación de los conceptos éticos. Y que esta tarea, asumida por la ética filosófica, quedó reducida a la especulación sobre la conducta individual de las personas, abstrayendo a ésta de la realidad social. 

Esta dificultad para definir los conceptos de la teoría ética y del ámbito de la moral se acentuó, sobre todo, cuando la teoría especulativa separó  la conducta social humana en los campos de la legalidad, la inmoralidad y la descortesía. Así, la teoría ética quedó circunscrita a ocuparse sólo de los aspectos de la conducta que se ubican, por así decirlo, entre las formas menos graves de delito y las faltas de cortesía más incómodas.

Se propone la necesidad de precisar de qué naturaleza son, dónde se encuentran y para qué sirven los conceptos fundamentales de la teoría ética y la conducta moral. Los conceptos morales, dice el autor, son las clases de información social – tradicional, cultural o económica – acerca de lo que cada sociedad espera ser, y que las personas codifican en su cerebro como información psíquica consciente, de carácter moral, a fin de realizar esa esperada sociedad.

Las aspiraciones sociales se traducen en bases o guías de conducta humana conocidas como valores. Se puede plantear la naturaleza de los valores señalando la diferencia entre: 

  1. todo lo que tiene valor para la sociedad y las personas (el universo como fuente de energía para la vida, el planeta como origen y determinante de la misma, el sistema vivo como fundamento y determinante de la transformación del Homo sapiens en una sociedad), y 
  2. lo que es un valor de la sociedad y de las personas (son valores de la sociedad la información social que la organiza y los productos que se crean con esta información, así como la naturaleza transformada, incluidas las personas y los actos que éstas realizan en beneficio de otros y la sociedad; y son valores de las personas todas las clases de información psíquica consciente de carácter moral que reflejan la información social y constituyen su conciencia moral).

Durante el curso contradictorio de la evolución humana se fueron estableciendo valores sociales máximos como significados esenciales de la información social de carácter moral.

Así, la solidaridad fue el valor máximo de la sociedad primitiva, pues sin ella no hubiera sido posible la sobrevivencia humana. La extensión actual de la vida social solidaria debería  fomentar que el niño, desde su nacimiento y como efecto de los cuidados que recibe, adquiera el valor personal máximo de dignidad, por cuanto es, y será como persona, un fin y no un medio.

Asimismo, la libertad fue el valor máximo de la sociedad antigua (aunque entendida según la posición de las clases en pugna), pues sin ella no hubiera sido posible el progreso civilizatorio. Su ejercicio actual debería fomentar el valor personal máximo de autonomía. En lo social el valor de libertad implica: 1) la no dependencia y protección de la naturaleza, y la preservación y cuidado de ésta; 2) el autodesarrollo de los pueblos sin la dominación de unos sobre otros, y 3) la ausencia de imposición de una clase social sobre otra. Según estos criterios, sólo cuando la sociedad sea enteramente libre, podremos aspirar a que cada persona llegue a ser verdaderamente autónoma.

De otro lado, la justicia cuya conceptualización ha cambiado a lo largo de la historia, tiene que entenderse como valor máximo de la sociedad moderna, y aspiración consecuente con la necesidad de una transformación moral de esta, debiendo propiciar el desarrollo del valor personal máximo de integridad. El valor máximo de justicia debe ser planteado como eje integrador de toda estrategia política para el desarrollo moral de la sociedad Tal objetivo implica una definición de este valor, ya no por sus equivalentes circunstanciales, sino como proceso social de ajuste al modelo de sociedad moral que se aspira realizar. 

Problema 4: La explicación de la doble moral  

El autor explica el problema de la doble moral por la existencia de clases sociales que se oponen activamente a toda forma de moral que pretenda neutralizar los intereses que cada una defiende como suyos. Las dificultades persistentes para la moralización social radican en la existencia de “un sector” de esta sociedad – el que ejerce la posición de dominio – a la que no le conviene moralizarse, y que incluso se opone a una moralización efectiva de sí misma y de todo el resto de la sociedad.

Para los grupos dominantes la riqueza que acumulan ha generado una nueva forma de poder. Ya no se trata sólo de la apropiación de la industria y el comercio, sino también de la técnica, la ciencia, la cultura, el arte, etc. Todo se justifica hoy bajo el supuesto de que las leyes del mercado son leyes naturales que regulan la distribución de la riqueza. En la sociedad moderna el dinero – deificado por el proceso económico – ha devenido en fuente de todas las formas de inmoralidad.

Se afirma que sólo una ciencia social capaz de formar parte de una explicación integral de la historia del hombre, puede facilitar el desarrollo de una estrategia ética capaz de orientar la formación moral de cada personalidad y la consecuente transformación moral de la sociedad. 

La propuesta coherente con las aspiraciones éticas de la sociedad en su conjunto, sólo puede tener  un fundamento: la lucha por la continuidad de la vida humana bajo condiciones superiores a la presente. Esta iniciativa tendría tres líneas de acción de lucha moral  personal y colectiva: contra la riqueza y la pobreza; contra la corrupción y la impunidad; y contra la violencia y la indolencia. 

Lo que ahora hace falta es una estrategia basada en un modelo ético de una sociedad sin pobreza, corrupción, ni violencia, y que debe superar las contradicciones generadas por las relaciones de producción de nuestra propia vida. Este modelo ético pretende construir una sociedad que realice los valores sociales máximos de solidaridad, libertad y justicia, y sobre cuya base cada hombre llegue a ser necesariamente una personalidad digna, autónoma e íntegra.

Problema 5: Las tecnologías sociales de moralización  

Se postula que la tecnología social por medio de la cual la sociedad puede aplicar estrategias de moralización es la educación. Se entiende este proceso educativo como la implementación de estrategias sociales que permitan a cada individuo humano formar su conciencia (con todas sus capacidades afectivas, cognitivas y conativas), hasta llegar a ser una persona o personalidad esencialmente moral.

Es destacable que este proceso se formule como una responsabilidad política que cada persona debe asumir para reducir la brecha que separa la actual sociedad no plenamente moral de una plenamente moral. Quien tome la responsabilidad de incluirse en un proceso de desarrollo moral de la sociedad, debe asimismo saber qué modelo de sociedad aspira a realizar, para así  adoptar una conducta que respete y realice los valores que pretende conquistar. 

Los maestros pueden comprometerse a seguir una estrategia educativa de defensa de la vida para la formación moral de cada persona, la que se condensa en tres logros: 

  1. una sociedad solidaria donde las personas lleguen a ser plenamente dignas, 
  2. una sociedad libre, donde las personas lleguen a ser completamente autónomas, y 
  3. una sociedad justa, donde las personas lleguen a ser absolutamente íntegras.

La teoría ética vendría a ser el fundamento de todo el proceso educativo, debiendo tomar en cuenta que: 

  1. las estrategias educativas tienen como objetivos la formación moral, científica y artística del educando, así como el fortalecimiento de sus disposiciones afectivas, aptitudes cognitivas y actitudes conativas para el logro de sus valores personales máximos: dignidad, autonomía, e integridad; 
  2. la formación del estudiante debe considerarse como el desarrollo ampliado de una personalidad que, de modo autocrítico y autoconsciente, se estructura a sí misma mientras su actuación de centra en la persona con quien interactúa socialmente; 
  3. el proceso formativo del estudiante es parte del proceso ético de moralización de su institución y de la sociedad en su conjunto; 
  4. para todo educador hay tres tareas fundamentales: lograr el mayor dominio posible de la teoría ética; tener presente que él es siempre un ejemplo social a imitar; y buscar la mejor explicación de la realidad social donde se desenvuelve y trabaja.


Autor: GRGCH (24MAR2022)











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